martes, 1 de junio de 2010

MATERIAL PARA 4to15

INFORMACIÓN SOBRE EL CID HISTÓRICO Y EL CID LITERARIO

Rodrigo Díaz de Vivar “EL CID CAMPEADOR” (1054 Burgos – Valencia, 1099)

Juventud. Al servicio de Sancho II de Castilla (1060 – 1072)

Rodrigo Díaz entró al servicio del infante Sancho, futuro Sancho II de Castilla. Fue investido caballero en1060 y acompañó a Sancho en la guerra que este sostuvo contra su hermano Alfonso VI, rey de León, y con su hermano García, rey de Galicia. Los tres hermanos se disputaban la primacía sobre el reino dividido tras la muerte del padre y luchaban por reunificarlo. Alfonso VI fue capturado y Sancho se adueñó de León y, a continuación, de Galicia, convirtiéndose en Sancho II de León.

Caballero de confianza de Alfonso VI

Sancho II murió asesinado y Alfonso VI recuperó el trono de León y sucedió a su hermano en el de Castilla, anexionándolo junto a Galicia y volviendo a conseguir la unión del reino legionense que había desgajado su padre Fernando a su muerte. Rodrigo Díaz trabajó desde entonces para el nuevo rey pero pronto tuvieron un primer desencuentro. Éste fue causado por un exceso de Díaz de Vivar tras repeler una incursión de tropas andalusíes en Soria en 1080, que le llevó, en su persecución, a adentrarse en el reino de Taifa toledano y saquear su zona oriental, que estaba bajo el amparo del rey Alfonso VI.

Primer destierro: al servicio de la Taifa de Zaragoza 1080

Díaz de Vivar tuvo que marchar en busca de un magnate al que prestar su experiencia militar. Es muy posible que inicialmente buscara el amparo de los hermanos Ramón Berenguer II y Berenguer Ramón III, condes de Barcelona, pero rechazaron su patrocinio. El Campeador, entonces, ofreció sus servicios a reyes de taifas (árabes). Junto con sus vasallos o «mesnada» se estableció desde 1081 hasta 1085 como guerrero al amparo del rey de Zaragoza, Al-Muqtadir con quien logró importantes triunfos.

Reconciliación con el rey

Ante el avance de un ejército almorávide (grupo musulmán radical que ingresó a España desde el norte de África) el rey Alfonso VI concretó la reconciliación con El Cid. La llegada de los almorávides, que observaban más estrictamente el cumplimiento de la ley islámica, hacía difícil para el rey taifa de Zaragoza mantener a un jefe del ejército y mesnada castellanos. Por otro lado, Alfonso VI pudo condonar la pena a Rodrigo ante la necesidad que tenía de valiosos caudillos con que enfrentar el nuevo poder de origen norteafricano.

Segundo destierro: su intervención en Levante

Sin embargo, en 1088, se produciría un nuevo desencuentro entre el caudillo castellano y su rey. Alfonso VI ordenó a Rodrigo que marchara a su encuentro para sumar sus fuerzas ante otra nueva embestida almorávide, pero el Campeador no acabó por reunirse con su rey, sin que se pueda discernir si la causa del problema. En todo caso, Alfonso VI volvió a castigar al Cid con un nuevo destierro acusándole de traición.

Hacia 1090 ningún ejército cristiano lograba superar las fuerzas del ejército del Cid. Rodrigo Díaz se reconciliaría nuevamente con el rey cuando envió a su único hijo varón, Diego Rodríguez, a luchar junto a Alfonso VI contra los almorávides; las tropas de Alfonso VI fueron derrotadas y Diego perdió la vida. Hacia el final de su vida El Cid logró liderar su propio reinado en torno a la ciudad de Valencia logrando cierta autonomía y el reconocimiento del rey Alfonso VI..Su muerte se produjo en Valencia en 1099.

El CID LITERARIO

Sus hazañas fueron objeto de inspiración literaria. Su vida y hazañas se relataron en diversas obras. La más conocida es el Cantar de mio Cid escrito más de cincuenta años después de su muerte. El poema épico se inspira en los hechos de la última parte de su vida. Comienza con el destierro de Castilla y termina con la conquista de Valencia en una dirección claramente ascendente. Cada acción que realiza el Cid y cada obstáculo que se le presenta sirven para engrandecer la figura del héroe.

La versión literaria del Cid tiene algunos puntos de contacto con la historia pero la creación literaria recrea la figura del Cid con el objetivo de promocionar un héroe modélico para la sociedad de la época. La versión del Cid que ofrece el Cantar constituye un modelo de mesura, equilibrio, valentía, respeto, rectitud, poder de mando, inteligencia, religiosidad, y todos aquellos valores que puedan asociarse al ideal de un caballero honrado.

Las exageraciones intencionadas (e incluso la invención de episodios heroicos que no sucedieron en la realidad) nos llevan a definir el cantar como un texto “propagandístico” ya que pretende afianzar determinados valores en un tiempo de gran competencia de poderes entre cristianos y cristianos, o cristianos y musulmanes. El Cid es un intento de generalizar valores pertenecientes a un grupo de poder, el poder que finalmente saldría vencedor y sería el gran reunificador del territorio español: el poder del feudo de Castilla. El Cid es un héroe castellano (de Castilla) portador de las más nobles virtudes de un buen castellano: respetuoso al rey, devoto cristiano, con gran sentido de pertenencia a su pueblo y a su territorio. El cantar de gesta construyó un “monumento”, un héroe modelo que sirvió de referencia para una sociedad demasiado fragmentada pero que comenzaba a buscar símbolos que reunieran tanta diversidad bajo un mismo sentir nacional. El Cid es una de las piedras fundacionales de la construcción de España.

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