sábado, 29 de agosto de 2009

Cantata del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de Indias, de los singulares acontecimientos en que se vio (....)


Mastropiero era un apasionado de la investigación histórica; se pasaba largas horas en la biblioteca de la opulenta marquesa de Quintanilla, cuyos volúmenes le apasionaban. Así supo Mastropiero, precisamente allí, en la biblioteca, de la existencia de un enigmático personaje del siglo XV, el Adelantado don Rodrigo Díaz de Carreras, hijo de Juana Díaz y Domingo de Carreras. Al principio de su investigación, Mastropiero supuso que don Rodrigo pertenecía a la misma familia Díaz que las célebres cortesanas Angustias y Dolores Díaz, pero luego, cotejando ciertas fechas, comprobó que Angustias y Dolores no provenían de esos Díaz. Mastropiero ya estaba por abandonar la investigación cuando encontró en la biblioteca de la marquesa el viejo manuscrito de un anónimo poema épico redactado sobre la base del diario de viaje del Adelantado don Rodrigo Díaz de Carreras. Según este poema, don Rodrigo había arribado a las costas del Río de la Plata en 1491, o sea, un año antes del descubrimiento oficial de América; este hecho por fin explicaba su título de Adelantado. El poema describía además su heroico periplo hacia el norte del nuevo continente a lo largo de muchos años, culminando su gloriosa gesta en la isla de Puerto Rico. Impresionado por el hallazgo del poema, Mastropiero lo usó como texto para una de sus obras más célebres, con la que Les Luthiers finalizan su recital de esta noche: Cantata del Adelantado don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de Indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto, y de cómo se desenvolvió. La obra se inicia con el arribo de don Rodrigo a lo que luego se denominaría el Río de la Plata.

Narrador:
Culmina Rodrigo dura travesía; / se acerca a la costa su fiel carabela / después de seis meses de brava porfía. / Desciende orgulloso, y con galanura, / ya clava su espada en la tierra soñada, / la tierra del oro, y de la aventura.

Don Rodrigo: Llegados a tierra firme, / con nativos pronto dimos

Nativos: ¡Nos descubrieron! / ¡Por fin nos descubrieron!

Don Rodrigo: Y en convite conocimos / sus tolderías

Nativos: ¡Pasen y vean / qué lindas tolderías!

Don Rodrigo: Al conocer sus tesoros / despertó mi idea fija / y al final cambiamos oro
por baratijas.

Narrador: ¡Oro por baratijas! ¡qué abuso! ¡qué trueque tan desigual! después del canje don Rodrigo Guardó en un cofre lo que había obtenido: montañas... de baratijas.

Don Rodrigo: ¡Tramposos! ¡Aprovechadores! ¡devolved el oro!

Nativos: ¡Minga! ¡Minga!

Don Rodrigo: Rescatemos nuestro oro, / mis valientes, / con coraje, con la espada,
con los dientes; / mi honra está en juego, / y de aquí no me muevo.

Nativos: ¡Uououououo!

Narrador: ¡Firme ante el enemigo! / ¡Firme, con valor! / ¡Firme don Rodrigo! / Y don Rodrigo... / firmó la rendición. / Echa a andar Rodrigo / tras mejor estrella / leguas y más leguas / hacia el rumbo norte. / Le siguen sus huestes / en la heroica huella / a través de montes, / de valles, de sierras. / Mas, destino esquivo, / encuentra nativos / que al cantar auguran / sus sones de guerra.

Nativos: Somos comechingones / muy renombrados; / joyas, collares, mantas / vendemos en el mercado, / y a los que no nos compran / nos los comemos asados.

Don Rodrigo: No conseguiréis asustarme / tras tan larga travesía; / he venido a conquistarles / y a vender artesanía. / Mi honra está en juego / y de aquí no me muevo.

Nativos: ¡Ia ia ia ia!

Don Rodrigo: Sí me muevo

Narrador: Y huye don Rodrigo otra vez al norte; triste, sin su tropa, huye solitario. Descarga del hombro su pesado cofre, y haciendo un alto, anotó en su diario:

Don Rodrigo: Ayer dimos con un grupo de nativo y fuimos atacados, con todo éxito. He debido proseguir solo esta marcha, ya que los indios decidieron quedarse a comer con los soldados; digo, a los soldados.

Narrador: Y en varias jornadas de marcha muy dura, llega a una meseta de increíble altura.

Don Rodrigo: Llegué a tierras altiplanas / arrastrando con porfía / mi cofre de artesanías,
magra fortuna. / Allí encontré indios buenos / que al ver mi traza ruinosa / me cantaron una hermosa / canción de Puna.

Nativos: Duérmase, don Rodrigo / duérmase. / Cierre sus ojitos, / no los deje abiertos / que si no se duerme / se va a quedar despierto. / Duérmase, duérmase / duerma don Rodrigo / duérmase, duérmase / duérmase, duérmase / de una vez.

Narrador: Diez horas duró este "arrullo puneño". Don Rodrigo, agotado por tal cortesía, prosigue su viaje en busca del sueño, del sueño de gloria.

Don Rodrigo: (que se estaba durmiendo) Disculpe

Narrador: Del sueño de gloria que alienta sus días, descubrir poblados, conquistar reinados, y vender si puede las artesanías.

Don Rodrigo: Con mis fuerzas casi extintas / a vasto imperio llegué; / puse pie en tierra de incas, / o sea, hice hincapié.

Narrador: Y llega Rodrigo en día de fiesta, de galas, pendones, banderas, y cintas; y una muchedumbre, que hasta pavor da, que colma el camino real de los incas, que los nativos llamaban "Avenida de los de Acá".

Don Rodrigo: Y vide pompa y boato / como no vi en cortes nuestras: / sacerdotes, oficiantes, / jefes, consejeros; / y vide tres mil guerreros / que de poder daban muestras, / esclavos y servidores, / y como diez mil extras.

Nativos: Somos los incas. / Somos los incas, / un pueblo incansable, / nuestras riquezas
son incalculables. / Abominamos de incautos e incapaces, / pero nuestras canciones / son todas incantables.

Narrador: La gala imponente del fasto aborigen / recuerda a Rodrigo su sino glorioso, / el noble designio que al viaje dio origen; / y encarando al Inca, anuncia gozoso:

Don Rodrigo: ¡Artesanías! ¡Vasijas de barro, ponchos, mates, boleadoras, todo a mitad de precio!

Narrador: Rodrigo es prendido por doce nativos, / lucha, se zafa y proclama altivo:

Don Rodrigo: ¡Deteneos, ignorantes, atrasados! / Desde hoy quedáis todos conquistados.
Mi honra está en juego, / y de aquí no me muevo.

Nativos: ¡Uo uo uo!

Narrador: Quinientas leguas al norte, / Rodrigo, un tanto agitado, / triste nota que los incas / del cofre se han incautado. / El cofre que fue en la huida olvidado, / descuidado, / o digamos que fue en verdad / tontamente abandonado...

Don Rodrigo: Hombre, habráse visto tamaña insolencia, tamaña desvergüenza

Narrador: Rodrigo vehemente injuria a los incas, pues le han privado de sus propiedades

Don Rodrigo: No hablo de los incas, me refiero a algunos que gozan contando mis intimidades, y encima me insultan.

Narrador: Pues no, yo no he sido

Don Rodrigo: Sí, sí, yo le he oído: Usted dijo "tonto"

Narrador: Dije "tontamente"

Don Rodrigo: Bueno, parecido

Narrador: ¡Parecido no es lo mismo, caballero!

Don Rodrigo: Es que usted está diciendo falsedades

Narrador: Usted exagera

Don Rodrigo: Reclamo mis fueros

Narrador: Me atengo a la Historia

Don Rodrigo: ¡Mentiras!

Narrador: ¡Verdades! Y yo no discuto con aventureros

Don Rodrigo: Y yo no discuto con "aficionades"

Narrador: Dirá usted "aficionados"

Don Rodrigo: La rima es lo que me inspira. Yo he dicho "aficionades" en lugar de aficionados" porque usted dijo "verdades"

Narrador: ¿Con que yo dije "verdades"? Luego usted dijo mentiras...

Don Rodrigo: Terco y duro como una pared

Narrador: Y eso, ¿con qué rima?

Don Rodrigo: Con usted, hombre, con usted

Daniel: ¡Haya paz! ¡Haya paz! / Don Rodrigo, relator, / que la calma no se pierda, / que si seguís discutiendo / os vais a ir a la... / ¡Haya paz!

Narrador: Quinientas leguas al norte, prosigo, / en un bosque encuentra nativos Rodrigo /
que bailan y cantan con dulces sonidos.

Nativos: Conozca nuestra cumbia / es el baile nacional. / Visite usted Colombia / y su ciudad capital: Bogotá.

Don Rodrigo: Colombia, Colombia... Colom... ¿es que ya ha pasado por aquí don Cristóbal? Pues nada, de hoy en adelante este país se llamará ¡Rodrigombia! Decidme nativos, ¿do están los tesoros?, ¿do están las minas de plata y de oro?

Nativos: No tenemos

Don Rodrigo: ¿Tenéis por aquí piedrecillas brillantes, / zafiros, rubíes, topacios, diamantes?

Nativos: No, no, no.

Don Rodrigo: ¿Estaño, antimonio, manganeso?

Nativos: Nada de eso

Don Rodrigo: ¿Carbón, piedra pómez?

Nativos: Nones

Don Rodrigo: ¿Botellas vacías?

Nativos: No

Don Rodrigo: ¿Ropa usada?

Nativos: No

Don Rodrigo: ¿Pero es que no tenéis nada?

Nativos: Tenemos un buen café, / aromático y sabroso: / café de Rodrigombia.

Narrador: Al ver don Rodrigo que nada consigue con rumbo nordeste su viaje prosigue.

Don Rodrigo: Al llegar cerca del mar / rogué que no se extinguieran mis fuerzas
que entonces eran por demás flacas. / Me inspiré tomando el nombre de los indios del lugar
y en aquel hermoso lar / fundé ¡Caracas! / Fundé Caracas, / y acerté a fundarla en tan hermoso valle...

Narrador: ¡Fundó Caracas, dice!

Don Rodrigo: ... en tan hermoso valle...

Narrador: Acertó a fundarla... y tanto acertó que la fundó en pleno centro de Caracas... ¡que ya estaba fundada!... y él no lo vio.

Don Rodrigo: Y bueno, hombre, con el apuro...

Narrador: Los guardias perplejos, / y algunos paseantes, / intentan prenderlo / y en cárcel ponerlo. Rodrigo protesta, fiero, desafiante.

Don Rodrigo: Mi honra está en juego / y de aquí no me muevo.

Tribunal: Por ante este tribunal se condena a don Rodrigo Díaz de Carreras a la pena de destierro en la isla de Puerto Rico, por los delitos de portación de armas y fundación ilícita.
Archívese.
Bien.
No.
A él.

Don Rodrigo: Estando el barco al llegar / A donde cumplir mi pena / De negros oigo un cantar / Que a oscuro destino suena.

Negro: Chabaia nenge nimón / Solangangaina eimo / Sabania nengueneón / Sanga iobai oengo / Sabanga neingenon engo engo / Sabanga lenguenguelon / Sabanga lenguelón / Sabanga len, olen / Maga senguelá / Achicoria / Sabai enguelá / Guana, guana / Guana catal / Aiamete, aie ie / Achicoria / Aia queteie ie / Obaiasá, iequete / Obaiase, ie ie / Obaiasá / Achicori / Aiá yo / Acá tu / Aiá tu / Acá yo / Aiá yo y tu, acá / Achicoria. / ¡Sapa, talaca / salapalacatá! / ¡Sapa, talaca / salapalacató! / ¡Achicoria! / ¡Ay, ay ay ay ay! / ¡Uay, ay ay ay ay! / Acatócoyo / Acatócoyo / Acatócoyo / Acatocábayo.

Don Rodrigo:
Mas, ni bien llegué a tierra firme fui de pronto conmovido por los ojos renegridos de una morena. Y revivieron mis sueños de viejo conquistador, sed de guerra, del amor que el alma llena. Ya vendrá otra gente a conquistar las Indias; yo, me quedo aquí a conquistar ¡mi negra!

Les Luthiers: No hay en la vida nada / como mi negra / nada, nadita, nada / como mi negra / no hay en la vida nada / como mi negra / nada, nadita, nada / como mi negra / ¡a ver ese piano! / (piano) / Sabor, chico, sabor / Lleva, lleva, caballero / A cantar, a cantar / Sí, moreno / A bailar a bailar / Sí papacito / A gozar, a gozar / ¡azuquitar! / ¡achicoria! / La brisa está tan suave / como mi negra / que los juncos se bambolean / como mi negra / y la música es tan bonita / como mi negra / que es tocada por todo el mundo / como mi neg... / no hay en la vida nada / como mi negra, / nada, nadita, nada, / como mi negra. / Y aquí se acaba la historia de don Rodrigo / ¡y el show, chico!

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